martes, 11 de septiembre de 2007

Viaje Oloroso

Instantánea del momento donde "los olorosos" se hacen los giles. El de la izquierda se rasca los trozos de piel y el otro (que seguramente, como mínimo se está cagando), mira por la ventana.
En esta foto se refleja el instante posterior en el que Franco se entera que sus compañeros de viaje van mas allá de Mercedes. Su cara lo dice todo: desazón y pulmones llenos de aire contaminado.

El 31 de agosto, Luciano y Franco Palace tomaron el tren a Bragado desde Haedo como es habitual. De entrada pasó algo anormal: la formación arribó a horario a la estación. Sorpresa, si... pero mejor. Otra cosa que llamó la atención fue que el tren tenía menos vagones que de costumbre, lo que hacía preveer que no habría donde apoyar el culo, y así fue. Un quilombo para sentarse hasta que se encontraron dos asientos de 3 plazas. Perfecto. Patas estiradas y todo. Hasta Luján una pinturita, pero... en la ciudad de la Virgen subieron dos especímenes nunca vistos que justo (creemos que fue la propia virgen la que hizo eso posible), ingresaron a nuestro vagón y se sentaron al lado de Franco, de frente a Lucho. La pinta era lo de menos (desagradable mal), lo que tornó la situación insostenible fue que en cuestión de segundos, un olor a pozo resumidero inundó el lugar. Franco lo miraba a Luciano y Luciano lo miraba a Franco. Era asqueroso, y lo peor es que los hediondos humanos recién llegados se hacían los pelotudos a mas no poder. Franco, con optimismo, tira un: "por ahí en Mercedes...", como diciendo: con esa pinta y ese olor no pueden ir muy lejos. Error. Luciano mira una especie de cartera que portaba el pseudo mandril ubicado al lado de Franco y para desgracia de él, ve una calco que decía: "Bragado, toda la vida". Dios!!!... que leche. No se podía respirar y Luciano quería darle las malas nuevas a Franco. En eso Palacios lo mira y Lucho le hace señas. Cuando Franco reacciona, ve la calco y suelta un : JODEMEEEEE!!! Luciano se descostillaba de la risa. A todo esto los olorosos como si nada. Encima el que estaba junto al pasillo tenía la mitad de la cara con globos blancos y le faltaba la piel. Era como un viaje en tren... pero fantasma. Indefectiblemente los muchachos levantaron campamento y se fueron a otro vagón. Parados hasta Suipacha. Se divisó un asiento de 3 donde estaba un viejo. Franco se sentó y cuando Luciano se disponía a hacerlo, ve a 2 muchachas muy acarameladas en el asiento de atrás. Enseguida se lo comunica a Franco, pero el incorruptible Palacios decide no ver y marcharse a otro sitio. En Chivilcoy consiguen lugar y todo se torna llevadero, o casi. El olor de los reptiles todavía no se iba de sus fosas nasales. En fin, viaje raro, sobre todo si tenemos en cuenta que el tren llegó a horario...

Fotos: Luciano Aylagas

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